domingo, 23 de septiembre de 2018

Zalgo la locura del mundo




No  hay palabras que lo definan o lo describan, no se sabe bien qué es o quien es, solo se conoce lo que provoca en los seres humanos o incluso en los animales: una distorsión de lo que son. Será complicado de entender al principio, pero espero que cuando termines de leer esto puedas a comprender la oscuridad que conlleva conocer a Zalgo.


Muchos especulan de su posible origen, unos dicen que viene de una dimensión alterna donde van a parar los sentimientos y maldad de los seres humanos, y que por una grieta se traslada a nuestro mundo. Otros dicen que Zalgo es esa vocecita en nuestras cabezas que nos incita a cometer crímenes y atrocidades.  En pocas palabras Zalgo es maldad.

Por más que te documentes, no encontrarás un origen concreto pero si hallarás un sinfín de descripciones que te harán interesarte más en el susodicho ser:

Él espera detrás de la pared, en un palacio de cristal torturado, servido por legiones forjadas a partir de las lágrimas de los muertos sin descanso, vestidos con armaduras talladas en el sufrimiento de las madres.

Él es el mente de colmena que confunde a los vivos, y perpetúa la tortura de los condenados, él toma los ojos, la ventana del alma, y elimina la capacidad de sentir cualquier cosa que no sea nada más que dolor, una vez que los ojos son removidos, el alma es removida, el cascaron viviente es el testimonio de la crueldad y la condenación eterna.


Los que han encontrado una descripción física de Zalgo, cuentan que es una criatura de siete bocas, seis de  ellas hablando en una lengua antigua, narrando una historia de un hecho futuro o pasado de algún crimen de la humanidad. No obstante cuando la séptima cante será el fin de la humanidad como la conocemos: el Apocalipsis.

Es un ser repulsivo, sin ojos, un ser sombrío de color negro azabache. En su mano derecha sostiene una estrella muerta, y en su mano izquierda sostiene la vela, cuya luz es la sombra y se tiñe con la sangre de  Am Dhaegar (enemigo de Zalgo)

Varios aficionados del tema han dicho que Zalgo tal vez sea de origen divino, algún dios de una ciudad pérdida o de un imperio poderoso como Mesopotamia. Una criatura que a cambio de conocimientos y poder le pidió a los seres humanos parte de su alma y consciencia. Que cuando alguien ha hecho un trato con Zalgo, y hacia el otro lado, la mortífera criatura  se dedicará a torturar aquella pobre alma que tomó la decisión equivocada.

Sin embargo, hay algo en lo que todos están de acuerdo: Zalgo es locura y cuando se le llama solo deja desolación. Así tengan cuidado,  a la hora de jugar con las fuerzas del más allá puede que detrás de alguna pared esté Zalgo listo para apoderarse de ti.


10 películas de terror prohibidas en México


Bienvenidos a ésta interesante lista de películas que en su momento fueron prohibidas o censuradas en México, pero que gracias a la piratería se pudo conseguir una copia de éstas cintas para que puedan verse en la clandestinidad, así que espero que disfruten la siguiente lista que ha hecho a más de uno palidecer.


1.- Invocando al demonio. (The Possession Of Michael King)




2.- Europa Report




3.- Tierras fronterizas. (The Borderlands) 2013




4.- El lago Mungo/La aparición de Alice.



5.- El Ojo del Horror (Banshee Chapter)





6.- Terror en la Bahía (The Bay)




7.- Terror a dejar de ser tu mismo (Taking Of Deborah Logan)




8.- El cienpiés humano trilogía(The Human Centipede trilogy)





9.- Salo, 120 días de Sodoma




10.- Una película Serbia (A Serbian film)




Un link




jueves, 6 de septiembre de 2018

La leyenda de la Procesión de las ánimas




Todavía no he podido olvidar del viejo Puntarenas una extraña leyenda que mi abuelita en la tertulia familiar, nos contara un día a sus nietos una tarde de lluvia.

Hoy, evocando su recuerdo muy querido para mí, he venido a recordar los tristes pasajes de ese cuento de superstición, que tanto miedo nos causó a la hora de irnos a dormir.

Contaba la abuelita que ella todavía pudo conocer, aunque ya muy anciana, a doña Manuelita Canales, la persona más importante de esta historia, la cual debió acontecer muy a principio del siglo que pasó.

Doña Manuelita era una santa mujer; sumisa a su esposo don Camilo Briceño, bastante mayor para ella, tenía el puesto de Guarda nocturno en la antigua casa de Aduana y Agencia de Barcos “Ansaldo y Co”. No tenían hijos pero aún así eran muy felices.

Sin embargo esta felicidad vino a menos, y el asunto casi le cuesta la vida a doña Manuelita, que se vio en alitas de cucaracha para que no se fuera al hueco. Y el motivo lo ocacionó la extraña y disparatada ocurrencia que el matrimonio tuvo de variar los métodos de vida que normalmente tienen los cristianos en todo el mundo.

Figúrese -nos decía la abuelita- que como el trabajo del marido era solo de noche, resolvieron variar los tiempos de comida y también los demás menesteres de un hogar corriente. De esta suerte, a las cinco de la tarde se levantaban de la cama, tomaban su desayuno, y en tanto don Camilo se iba a su trabajo, su mujer a sus quehaceres domésticos cotidianos, que antes solía hacer de día.

La gente gozaba con ellos, pero como eran tan buenos, nadie se metía a molestarlos y hay la iban pasando, ni envidiosos ni envidiados como dijo el poeta.

A las once de la noche le llevaba a su marido el almuerzo, a las tres de la madrugada un cafecito caliente con chilasquilas bien fritas, a las seis lo esperaba a comer y las ocho de la mañana se acostaban a dormir.

Así pasaron algunos meses y cuando ya se iba haciendo un hábito en ellos ese cambio en sus costumbres, he aquí que vino a ocurrirles lo siguiente:

Estaba doña Manuelita como a las doce de la noche un poco apurada en el lavado, restregando un poco de ropa en el patio, cuando oyó en dirección de la calle un rumor de gente rezando.

Extrañada y curiosa, salió a la puerta en el preciso momento que pasaba frente a su casa una procesión de gentes enlutadas. Iban rezando, llevando una cruz pequeña en una mano y en la otra una vela de esperma o de semillas de higuerilla, que eran las candelas de antaño.

Al cerrar su puerta una de aquellas personas le dijo tome, y le entregó una candelita.

Como estaba tan ocupada, distraídamente puso la vela por ahí un momento en un rinconcito atrás del baúl y se fue a hacer sus quehaceres. Dos días después volvió a ocurrir lo mismo y también una tercera y cuarta vez, y como en la primera ocasión, le entregaban la velita y ella la guardaba en el mismo rincón.

Un día amaneció, o mejor dicho atardeció enferma doña Manuelita y su marido la llevó al médico, pero como pasaba el tiempo y las medicinas no le hacían bien y estando sumamente delicada de salud, por consejo de las amistades don Camilo la llevó al sacerdote para que la confesara “por si acaso”.

En realidad doña Manuelita estaba muy malita y el señor Cura creyó más conveniente suministrarle los Santos Oleos a fin de que en su ausencia no fuera a morir en pecado mortal.

Como el aposento estaba un poco oscuro pidió a una vecina que estaba ahí una vela, pero no encontrándose una a mano, le preguntaron a la enferma por el lugar donde solía guardarlas corrientemente, a lo cual ella señaló con el dedo el sitio donde tenía las que le habían regalado anteriormente en las procesiones.

La vecina hizo lo que se le ordenó, pero no encontró nada.

Aquí solo hay unos “huesitos” dijo y la ropa recién lavada de la señora.

Extrañado el señor Cura tomó en sus manos uno de aquellos huesos y al comprobar que eran humanos, se horrorizó y tirándolo a un lado hizo la señal de la cruz y se santiguo.

Sin poder explicarse aquello, el sacerdote procedió de inmediato a confesar a la enferma revelando ésta la rara procedencia de esas piezas humanas. Explicando luego su caso.

Manuela, le dijo, no puedo absolverte en nombre de Dios, Nuestro Señor, si no vas al cementerio a devolver eso.

Ya ve doña Manuelita, lo que le pasa por variar sus costumbres. Esa procesión que Ud. vio pasar es la procesión de las ánimas benditas, que salen todos lo lunes, a las doce de la noche y mientras no devuelva esos huesos las ánimas le estarán inquietando siempre y no podrá vivir o morir tranquila. Levántese como pueda y vaya al cementerio a enterrarlas y que Dios le dé fuerzas.

Gran revuelo causó eso entre el vecindario y una señora ya muy mayor le aconsejó a la enferma que se hiciera acompañar por dos niñitos, porque eso le ayudaría mucho para conseguir indulgencia. Doña Manuelita hizo todo lo que le aconsejaron y como en realidad ella era una buena mujer, no faltaron personas caritativas que le acompañaron en su triste misión al camposanto.

Y dicen algunos, que estuvieron presentes a la hora de enterrar los despojos que cuando echaba el último puñado de arena se escuchó una voz de ultratumba perdonándola.