lunes, 18 de noviembre de 2019

Una aparición de Juan Del Monte




CAMPECHE.- Esta es la historia de dos amigos que viajaron a una comunidad campechana llamada Estado de México y se toparon con el ente conocido como Juan del Monte.


Este espíritu protector de la selva tiene varios nombres según la región: Juan Tull, Juan Conejo o Juan del Monte.


Gustavo y su amiga Geraldine viajaron a esta remota comunidad para revisar unas hectáreas que el padre de Gustavo le había heredado y tenían sembrados arboles frutales; para llegar al lugar tuvieron que viajar primero a Escárcega de ahí tomar un camión a Candelaria y posteriormente un taxi a la comunidad Estado de México.

Los amigos pasarían la noche en la casa de una prima de Gustavo que había dejado atrás la comunidad para trabajar en Playa del Carmen, la casa se encontraba cerrada y empolva. Al llegar el joven le dijo a Geraldine que en la noche se escuchaban llantos de una mujer cerca del río pero ella solo comenzó a reír pensando que este trataba de asustarla.



Gustavo tomó la camioneta que su prima había dejado y le dio una pequeña vuelta por el pueblo, el cual por cierto no era muy grande, tendría alrededor de 300 habitantes, lo espectacular de este sitio es atardecer, cerca de el río.

Al caer la noche regresaron a la casa que se encontraba rodeada de selva, la noche no dejaba ver nada más que el cielo completamente lleno de estrellas.

Todo comenzó cuando Gustavo, vio una luz blanca y  quiso seguirla, pero su amiga lo detuvo al decirle que había escuchado un rumor sobre la existencia de los aluxes  en la zona, que trataban de perder a los visitantes. Sin embargo entre bromas le dijo al joven que fueran a investigar.


"Vamos por un machete e investiguemos, lo peor que puede pasar es que sean cazadores y nos den un balazo", comentó Geraldine.

Para la sorpresa de ambos,  al voltear la luz ya había desaparecido, por lo que  Gustavo entró a la casa por el temor de ser atacada por un rato.

Cuando se disponían a dormir la joven vio en una esquina del cuarto una sombra que parecía la de un hombre acechándolos, medía alrededor de dos metros, sin embargo decidió no mencionar nada.


Al día siguiente que ella despertó,  vio a Gustavo sentado en la cama con la piel pálida y con una mirada de miedo en los ojos, le preguntó que le había pasado y el respondió que tuvo una pesadilla muy fea en donde la sombra de un hombre en la esquina de aquella habitación lo atemorizaba.

Mencionó que a Geraldine la había arrastrado hacía la selva y él había sido golpeado con mucha furia, ella se asustó y le contó lo que había visto.

Un habitante del pueblo los vio, sonrió y les dijo- ¿lo vieron verdad ? y ellos dijeron ¿a quién señor? - a Juan del Monte debieron pedir permiso y avisar de su visita para que nos los asustara, él se asegura que cada persona que entra a la selva no la dañe.






domingo, 17 de noviembre de 2019

Leyendas del cementerio de Ticul




MÉRIDA, Yucatán.- El domingo visité Ticul con el objetivo de realizar unas investigaciones. Aprovechando mi estancia en esa ciudad, ubicada en el sur del estado, visité su cementerio, del cual se han reportado varios sucesos paranormales.


Este camposanto es uno de los más grandes y antiguos de toda la Península de Yucatán, y de él se cuentan leyendas incluso de otras épocas. Una data de inicios del siglo XX cuando falleció la hija de un adinerado comerciante español que vivía en este municipio.

Según se cuenta, la niña de 14 años, a la que apodaban “La Coronela”, falleció al ser mordida por una serpiente en el patio de su casona, por lo que fue enterrada en dicho cementerio.

Ante esta desgracia, el señor enloqueció al grado de que profanó la tumba de la niña, pues decía que "La Coronela" se le había aparecido en sueños y que le dijo que no estaba muerta, sólo dormía.

Al abrir la cripta se escuchó un fuerte estruendo, como una especie de rayo, que terminó por matarlo. En ese entonces, testigos aseguraron que este comerciante falleció con una expresión de miedo. Sólo él supo lo que realmente vio esa noche.



Otros casos 
Un caso más reciente es el de un pequeño que deambula por los pasillos de este cementerio, incluso en el día. Al principio se pensaba que era el hijo de alguna vendedora, sin embargo, esto se descartó por completo pues el niño incluso se paseaba por este lugar cuando el cementerio cerraba. Por momentos desaparecía completamente.

Incluso, existe una evidencia sorprendente: una fotografía que fue publicada en la revista Misterios, hace nueve años, en donde en uno de los pasillos se observa a este pequeño detrás de una tumba.



Además existe el caso de “la niña del cementerio”: se trata de una pequeña que murió atropellada hace una década. A raíz de su muerte de pronto los tricitaxistas comenzaron a trasladar a una niña que pedía que la llevaran al panteón, y que cuando se bajaba desaparecía en las tumbas. 

Por último, retomamos un relato de finales de los noventas, cuando acudían a este cementerio muchos hechiceros de magia negra para robarse huesos y cabello de los difuntos; de hecho de este caso provienen dos de los “santos sin cabeza” que actualmente se encuentran en el Museo Paranormal de Yucatán.


Derechos Reservados Grupo Sipse.